Margot la Fee

domingo, agosto 27, 2006

La otra mejilla o un combo




















La semana pasada, en el pequeño San Felipe, me subí a un colectiv0. El conductor iba conversando con un tipo acerca de las técnicas que usan los delincuentes para robarse el cobre del cableado de la luz. La conversación estaba bastante interesante. Es impresionante cómo esa gente se interioriza y aprehende de aquello que busca robar.
Pero la cosa no duró mucho porque el hombre se bajó del colectivo para ir a su trabajo, un típico packing de futas de la zona, y yo y el colectivero nos quedamos ahí, siguiendo mi trayecto.
No pasó mucho tiempo para que el colectivero, un hombre de unos 45 años, me iniciara "conversa". Y típico, me empezó a hablar de su vida, todo en unas siete cuadras, es decir en unos poco minutos en automóvil. Tres cuadras antes de bajarme, me dice que es separado. Yo sólo acentía con leves "si po" o "así es". Pero no estaba aburrida, noo, al contrario era interesante.
De pronto viene y me dice: "uno a veces da todo señorita, y el otro le paga a uno de la peor manera". Nunca me dijo qué era lo que le había hecho ese otro. Pero seguidamente sentencia: "Por eso no crea en eso de que si te dan una cachetada entrega también la otra mejilla. Noooooo, ni se le ocurra, lo que tiene que hacer es devolver usted el medio combo".
Justo en ese intante llegamos a Prat con Traslaviña, no le dije más que "ahhh, si pues. Muchas gracias por todo, que esté bien". Me bajé y cerré la puerta. Pero a pesar de que ya tenía la mente bastante ocupada no podía dejar de pensar en aquello que me dijo el hombre.
¿Cuál es el límite entre el ser sublime, dar la otra mejilla, y el que te pasen a llevar? ¿qué se debe hacer, luchar por la sobrevivencia o tratar de actuar diferente y demostrarle al mundo que por el deseo de revancha es que los conflictos nunca se terminan? ¿debemos ser buenos con el mundo o continuar con nuestro camino "actitudinal": Si nadie hace eso por qué yo...?
Para quienes somos creyente, obviamente, la primera opción es la correacta, pero cuanto todo el mundo canta la misma canción, la melodía se te pega y muy pocas veces uno logra cantar otra canción. Es dificil contagiar al mundo con melodías menos pegajosas. Se puede, pero es más cómodo unirte al coro que hacerle la competencia.

viernes, agosto 18, 2006

“21 Gramos”: El papel activo del público es necesario para poder armar la historia completa


Afirmar que el papel activo del público es necesario para armar el entramado narrativo que nos presenta el film “21 Gramos”, en una primera aproximación parece sin duda trivial. Cualquier película, más allá de su calidad o de la complejidad de su historia, requiere de un público atento que la vea, la entienda, la analice y finalmente la critique. Estos verbos, como tales, son acciones que necesariamente debe realizar el espectador para que todo producto cinematográfico tenga sentido. Éste existe para y por el público.
Para que una realización sea o no exitosa es necesario que el espectador desempeñe estas acciones y se disponga a estar atento para captar la información que sale de la pantalla y que apela a sus sentidos. Es así como el público va configurando su rol dentro de cualquier producto cinematográfico. Por ello, afirmar que en “21 Gramos” el papel activo del público es necesario para poder armar la historia completa, a simple vista resulta obvio. Así sucede en cualquier película por el simple hecho de que siempre se apela a la atención y a la concentración de quien la observa.
Sin embargo, en “21 Gramos” esta necesitad constante de contar con un rol activo del espectador se hace angustiosamente necesaria, indispensable e imperiosa. Esto por la estructura narrativa o más bien la falta de estructura lineal que su director, Alejandro González Iñárritu, decidió otorgarle al film. Sucesivos saltos entre el presente y el pasado, condimentados con técnicas audiovisuales, necesitan de un público concentrado para entender el relato y su ubicación temporal.
Por medio de una “no linealidad”, la película apela constantemente a la atención del público hasta el final. Un espectador distraído difícilmente podrá tejer de manera correcta los enmarañados hilos con los que se trenza la narración del film. Éste es uno de los aspectos primordiales en el que se juega el éxito de la realización.
Para atrapar esa atención es necesario que el espectador se sienta inmerso en el drama. Para ello son indispensables buenos recursos sonoros y visuales, que en el caso de “21 Gramos” se logra, por ejemplo, con el contraste entre tonalidades calidas y frías. Así, un espectador que no logra ser sumergido por la historia y los recursos narrativos y audiovisuales corre un alto riesgo de no comprenderla.
Una Naomi Watts (Christina) que aparece tendida en la cama junto a Sean Penn (Paul) y que momentos después aparece casada y con pequeñas hijas, son saltos temporales que emborrachan a cualquiera, pero que en manos de González Iñárritu resultan notablemente efectivos como cazadores de atención o como inhibidores de distracción.
El público se cuestiona situaciones mientras la película transcurre. No entiende partes de las historia, le surgen dudas y quiere respuestas. Nada mejor que otorgárselas como si fueran ventanas de navegación en que se avanza o se retrocede y en que se abren nuevas opciones para entender y tej
er la trama. La diferencia está en que aquí no es el espectador quien elije el camino que desea seguir, sino que es el director quien lo sumerge en una travesía no lineal y a cuyo puerto debe llegar el mismo espectador.
Probablemente el público en un comienzo no entiende nada, pero a medida que el relato le otorga información, va haciendo inferencias, sacando conclusiones y en definitiva va armando el tejido. En esto consiste el papel activo del espectador, rol que en esta película se ve destacado por este ritmo dinámico de la narración.
En “21 Gramos” es el espectador quien ordena el relato final, quien le da sentido a la historia y a la narración y quien en definitiva sintoniza con el director. Su rol ha debido ser un rol atento, dispuesto, y ha sido parte de su tarea encajar el rompecabezas de la historia y rematar, al cabo de 125 minutos, el tejido que González Iñárritu inició con hebras que, en un principio, parecían inconexas.

lunes, agosto 14, 2006

Las brujas, bellas, feas, malas, perversas


Al igual que las hadas, las brujas también son parte de la bipolaridad del mundo, de la eterna y recurrente guerra entre "el bien y el mal". Otra de las imágenes mitológicas, fantásticas y fantasiosas en que el propio ser humano se proyecta así mismo, con aquellos deseos más puros y más putrefactos, con aquellas intensiones más dulces, pero también más agrias. Por eso creo que estos seres han de ser reales porque nosotros somos reales. Porque nosotros los podemos hacer reales.

martes, agosto 08, 2006

*Fatum* Fata* Fee* Fey* Fairei * Hada*

Margot la Fee

Desde hoy un espacio de hadas más en la red. Inexistentes o verdaderos sólo lo dirán tus sentidos.